Messi y el paradigma de una nueva renovación en el Barça: del enfado con Bartomeu al año en blanco

No dio tiempo a digerir la victoria del Real Madrid ante el Getafe antes de que saltara la filtración que ponía en jaque al Barça y que centraba el foco en Bartomeu. Los culés se quedaban a cuatro puntos de los blancos, con el golaverage perdido, y las opciones al título de La Liga se ponían aún más cuesta arriba cuando la Cadena SER soltaba la bomba: el plan de Leo Messi es que 2021 sea su última temporada como azulgrana.

Es ya sábado y nadie desde dentro del entorno del club ni del jugador ha salido a desmentir la información y las dudas se empiezan a confirmar. El argentino afronta el final de una temporada llena de altibajos. Más que deportivos, esta inestabilidad ha venido desde lo que sucedía lejos de los campos de fútbol con situaciones que el mismo astro nunca antes había tenido que afrontar.

Messi ha paralizado las conversaciones de su renovación, una cuestión que año tras año siempre causa polémica. Lo normal es que existan estas presiones desde la prensa, filtraciones desde el entorno del jugador para que la dirección deportiva culé se ponga las pilas, y que finalmente haya un pequeño incremento de su ficha y se resuelva una temporada más su relación contractual con el club de sus amores.

Pero la realidad es que el coronavirus ha planteado un paradigma distinto al de otras campañas. El Barça, justo tras efectuar la venta de Arthur y la contratación de Pjanic para cuadrar sus cuentas, no dispone de tanto margen de maniobra por culpa de las consecuencias económicas que ha provocado la pandemia. Solventar una renovación del astro argentino, aunque es una cuestión que siempre entra en los planes de cada temporada, este año será un poco más difícil.

Una relación dilatada
Los choques con la directiva han sido continuos durante todo el año. Desde la relación con Abidal, a la salida de Valverde, pasando por el ‘BarçaGate’, Messi ha estado en el centro de la polémica. Se le llegó a acusar de que no querían bajarse el suelo y aceptar el recorte para paliar las consecuencias del coronavirus, mientras el ’10’ tenía que tirar de un equipo que en gran parte de la temporada no ha dado el nivel ni futbolístico en cuanto al juego ni por los resultados.

Guardiola siempre dijo que el Barça solo aspiraba a dar a Messi el mejor equipo posible para seguir ganando, pero es algo que temporada tras temporada no se ve reflejado en los resultados. Hasta ahora su buen hacer en el campeonato liguero servía como excusa para mantener esa estabilidad de triunfos que debería atesorar tener de tu lado al mejor jugador del mundo.

El hecho de que esta temporada se hayan complicado tanto las opciones por La Liga y un rendimiento que no permite ser muy optimista con lo que suceda en agosto con la Champions League pone en duda asegurar a Messi esa promesa no escrita de ganar siempre. Leo, que cada día se muestra más humano también, ve como Luis Suárez está más lejos de su nivel y que los fichajes que tratan de mantener ese nivel no responden.

Todo ello ha ido dilatando la relación con una directiva que solo da volantazos solventando los problemas que se le vienen de repente encima y que, a la vez, está haciendo más grande un agujero que el candidato que salga elegido en las elecciones de 2021 tendrá que cerrar. Esa renovación de Messi solo hará también más grande un agujero que cada día es más difícil de tapar ante los ojos de los aficionados.

Cómo convencer a Leo
Aún así, el amor por el club siempre ha estado por encima de todo, más aún cuando casi sale a renovación por año. Teniendo en cuenta que el salario del mejor jugador del Mundo ocupa la mitad de la masa salarial del club prácticamente, Leo está apretando a la directiva, a la que le queda solo un año al mando, para que sus últimos años en activo esté bien rodeado y con un buen salario que le motive.

Messi ha activado el ventilador ante una crisis de resultados que amenaza al Barça con no ganar ningún título esta temporada. El argentino, con 33 años ya, sabe que su rendimiento comenzará a ir a menos por una simple cuestión física. Ya está demostrando en estos últimos partidos que la carga de minutos le está pasando factura y desde Cataluña se le cuestiona porque desaparece de los encuentros a partir del minuto 60.

El Barça también puede utilizar la vía de Lautaro y Neymar para convencer a Leo. El ejercicio de economía que tendría que hacer el club solo sería posible con ventas millonarias, algo difícil de esperar para este verano, y trueques. Griezmann está atento por si le quieren meter en uno de esos, aunque su prioridad es seguir en el conjunto culé siempre que no siga Setién.

En Can Barça se ha convertido en prioridad paliar el enfado de Messi. El problema es que, a los ojos de la opinión pública, parece hasta difícil creer que con dinero se solucionará este frente que se ha abierto. Que no será sencilla esa negociación es una obviedad a estas alturas y es que no habría presidente que pudiera aguantar un fracaso en la gestión del estatus del ’10’. Si Josep María Bartomeu no consigue calmar las aguas, no llegaría tan siquiera al próximo verano su legado como presidente azulgrana y no le quedaría otra vía que la dimisión.

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